martes, 12 de abril de 2011

Auto de fe en Cádiz

     El lunes, 11 de abril, ha dado comienzo en la Audiencia Provincial de Cádiz la vista oral de la denominada "Operación Karlos" en la que se juzga una presunta trama dedicada a defraudar a la Seguridad Social.  Una de las acusadas es María José Campanario, una mujer cuyo único mérito para adquirir la fama consiste en su matrimonio con el matador de toros Jesulín de Ubrique. No se le conoce ni otro oficio ni otro beneficio. Cuando la acusada hizo acto de presencia en la sede de la Audiencia Provincial, una multitud de periodistas se agolparon a su alrededor para hacerle fotos o tomarle imágenes de video. Al mismo tiempo una multitud de personas se dedicaron a insultar a voz en grito a la acusada. Una multitud de periodistas y una multitud de ciudadanos. Llamemos a las cosas por su nombre, una chusma.

    En la Edad Media, Juana de Arco fue quemada en la hoguera como consecuencia de su condena por brujería en el proceso de Ruan. Una multitud de gente se agolpó en la plaza y, a voz en grito, profirió insultos contra ella. Una chusma.

    Jacobo De Molay, el último Gran Maestre de la Orde de los Templarios, fue quemado en la hoguera en frente de la iglesia de Notre Dame de París el 18 de mayo de 1314 cumpliendo la orden directa del rey de Francia, Felipe IV. Una multitud de personas se agolpó en la plaza y, a voz en grito, profirió insultos contra él. Una chusma.

    En la actualidad, en el estado de Texas, las ejecuciones de reos en la silla eléctrica, pueden ser presenciadas por familiares y amigos tanto de las víctimas del delito como del homicida que se va a liquidar. Hasta ha habido ofertas de canales de televisión para retransmitir en directo los espectáculos.

    El año pasado, en Canarias, un ciudadano honrado y anónimo fue detenido por la Policía por agredir y abusar sexualmente de su hija. Agotado el plazo legal de setenta y dos horas en dependencias policiales, es trasladado por la Policía al Juzgado de Instrucción. Una multitud de personas se agolpó en la puerta del edificio judicial y, a voz en grito, profirió toda clase de insultos contra él. Una chusma. Después de que el médico forense certificase que la niña se había caído de un columpio y que no había ni el menor indicio de abusos sexuales, el ciudadano honrado fue puesto en libertad. Ningún miembro de la chusma le pidió perdón.

   Conclusión: en este mundo globalizado, de nuevas tecnologías en el que se nos llena la boca de "derechos humanos", de "estado de derecho" y de "democracia", los ciudadanos, amparándonos en el anonimato de la multitud, del bar, de la peluquería o del salón de casa donde está la tele, de forma lamentablemente cobarde, reaccionamos igual que hace ochocientos años. Será que formar parte de la chusma es un rasgo atávico en el ser humano.

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